BARRAS BRAVAS
BARRAS BRAVAS
¿POR QUÉ LO ESTÁN?
“…Vi que el Estado era de pocas luces y que no era capaz de distinguir
amigo de enemigo, de manera que le perdí el resto del respeto que aún me
quedaba y le compadecí”.
Henry Thoreau.
Se acentúo el crimen en la calles
con un curioso argumento que llama la atención por su estupidez insondable: “se matará a todo aquel que tenga una
camiseta del color de un equipo de futbol contrario al mío, mataremos con puñal
o con piedra, si el trapo es distinto su dueño será eliminado”.
Los medio de información y
“taración” de masas se han centrado en las “barras bravas”, han citado a los
líderes de cada pandilla, consultan psicólogos, sociólogos, a algunos violentologos y hasta curas que redimen
desde la tribuna; llegan a conclusiones frías y efímeras, que el desempleo, que
la droga, que la edad, que la familia, en fin, cualquier fenómeno socio
económico arrojará argumentos y terminará justificando la aberración grotesca
de matar al contrario, así es la calle, así es la vida.
Ante mi aparece en el escenario un
gran país inundado de “barras bravas”, los principales actores y los más
peligrosos gobiernan, tenemos tres o cuatro familias de la oligarquía (Lleras,
Pastranas, Uribes, Santos…) más detestable heredada, que se reparte el poder
político generacionalmente, que han vendido al país, que lo han corrompido, que
lo han feriado descaradamente y que con
su enorme poder económico fruto del saqueo y la explotación controlan a las
malas o a las buenas el resto de poderes, negando ante todo y como siempre la
diferencia y el pensamiento diverso.
En el congreso nacional y los concejos
regionales sí que hay “barras bravas”, una inmensa cantidad de políticos que
ejercen la más descarada corrupción, robando politiqueando, mintiendo sobre las
bases de la razón del ser del Estado, el bien común; han asaltado la educación,
la salud, el costo de la vida, el territorio nacional, los impuestos, la
vivienda…, bajo el espíritu fundamental del capitalismo salvaje que es la
sistemática privatización de ese bien común que la constitución les concede
para ser administrado, los bancos y los políticos son una asociación “barra
brava” que muestran el alto grado de descomposición social que tenemos a la
orden del día.
“Barras bravas” en el ejército y la
policía, ya nos vamos encontrando casi a diario un atropello institucional, con
armas y uniformes encubiertos y abogando
sádicas leyes que justifican el asalto, el robo, el atropello, el gas
pimienta, el choque eléctrico, el esmad
entrando a las casas, los falsos positivos, la desaparición forzada, la
criminalización de la protesta social, matando grafiteros o profesores, dando bolillo a campesinos o indígenas; ya
al ver un policía o un soldado cerca es para congelarse del miedo, ¡vaya “barra
tan brava”!
“Barras bravas” en los medios de
comunicación con micrófonos y periódicos haciendo defensa a ultranza de
seguridades democráticas, agenciando el machismo (aquí se hace lo que yo digo,
si lo veo le pego en la cara marica…), impulsando la desigualdad social,
desdibujando la realidad decorándola con falsedades, vía y autopista de la
sociedad de consumo que consume las conciencias y los cuerpos, demarcando
estereotipos de vida destructores de la justicia, la diversidad y la equidad, del respeto y la tolerancia. Ese
es el poder de la información.
“Barras bravas” en la televisión con
los noticieros más mentirosos y amarillistas que existen, con las novelas que
hacen apología al bandido, al corrupto, al patrón y que muestran su racismo, su
machismo, su homofobia, su concepción del mundo miope y tendenciosa que engaña
y castra la inteligencia.
“Barras bravas” en la educación con
docentes anticuados profundamente mediocres, con sistemas evaluativos verdugos
que excluyen y maltratan, con planes de estudios que embrutecen y mantienen a
los jóvenes perdidos en las nebulosas de la moda, del consumismo, del mercadeo,
en la escuela todo se vende y todo se compra; navegando en el ilusionismo
tecnológico, desorientados en la redes y sin ideales de vida. En el sistema
escolar colombiano podemos ver todas las inequidades sociales.
“Barras bravas” en las iglesias,
convertidas en empresa con ánimo de lucro gestoras de todo “el opio del pueblo”
para mantener a la gente cretina y arrodillada; igual en los partidos
políticos, en las eternas y absurdas guerrillas que traicionaron todos los
ideales y principios de alguna revolución posible. “barras bravas” violentas y
sanguinarias capaces de esclavizar pueblos enteros.
Esas “barras bravas” de los estadios
son lo más elementales e inocuas, quizá dañen los carros de los ricos y rompan
las vitrinas de los almacenes pero son simplemente una leve expresión de una
sociedad y de un país enmarihuanado, “sacolizado”, que aprendió a vivir en una
patria boba fundada en la violencia, la pobreza y la injusticia, de una cómplice
ciudadanía que tiene doble moral, de una sociedad que es capaz de nombrar dos
veces presidente a un paramilitar, el más bravo de todos, peligroso como nadie;
el país que tiene como procurador a un
neonazi, de un país que ha padecido el secuestro como empresa, que ha visto las
masacres más violentas, bombardeos, fumigaciones, el consuetudinario robo de
tierras, el abandono del campo y de los campesinos para el negocio particular
de los políticos que han traído TLC para hacer más ricos a los ricos y más
pobres a los pobres; el exterminio y desconocimiento de las poblaciones
indígenas y negras, la depredación de selvas, la contaminación de los ríos y el
descuido de los mares. ¡Qué país tan bravo!
Nuestros niños y jóvenes son hoy lo
que han aprendido del currículo oculto que manejamos en la cotidianidad, han
aprendido a ser intolerantes, vacíos de sentido existencial, criminales en
potencia porque eso es lo que paga, si la empresa más próspera del país es el
ejército nacional no nos extrañemos que el ideal de vida sea matar o imponernos
a los otros por la fuerza.
Educamos para la guerra, para crear
injusticia, para la insana competencia en medio de las condiciones más
oprobiosas de salud, desnutrición, desplazamiento forzado e inequidad social.
La escuela no está respondiendo pues el guión dado por un sistema que justifica
la violencia no cabe en los ideales de la verdad, la bondad y la belleza; la
familia tampoco responde, es de allí de donde sale el pandillero, es allí donde
se gesta la cultura del maltrato, es allí donde ocurre el abandono y el
desamor, es allí donde el machismo se ha impuesto, la institución familiar anda
refundida en los espejismos del capitalismo.
El futbol nos refleja, iremos a un
nuevo mundial, apoyados por una filosofía ambigua del nacionalismo y
patriotismo alcohólico, engañados en un sofisma que nos hace creer y pensar que
los triunfos de Falcao son nuestros, no aspiramos a más, no soñamos con otra
meta, eso somos como nación y por eso quizá en algún momento y en alguna
coyuntura tendremos que de verdad embravecernos, emputarnos, para que las
“barras bravas” dejen de gobernar.
Manuel Camilo Morales Rojas.
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