Semilleros ¿?
SEMILLEROS DE
INVESTIGACIÓN COMO PROCESO DE FORMACIÓN
DEL PENSAMIENTO
DIVERGENTE.
“Enseñar es incitar a
amar lo que uno desea,
todo lo demás son
catálogos,
enseñanzas huecas,
datos de profesores”.
E. Zuleta[1].
Los
semilleros de investigación son cada día más comunes en el ámbito universitario,
se le exige a las instituciones educativas su difusión y se le asigna a los
docentes la responsabilidad de formar en este aspecto; el peligro de ello es que se conviertan en más
de lo mismo, es decir en una práctica académica plana y poco emocionante o en
una tediosa y odiosa manera de conseguir auxiliares para el docente que
investiga. También puede tener sus bondades, por ejemplo que se encuentre en el
conocimiento algo divertido, emocionante y excitante, que implique más una
aventura que una tarea, que exija más que el rigor y la objetividad, la
curiosidad y la expresión de la subjetividad; sí, son sujetos explorando su interés. Implica que se explore en el estudiante el
espíritu indagador y crítico.
El
semillero debe partir de una iniciativa personal, es decir la semilla debe
querer ser semilla pero muchas veces los estudiantes no se dan cuenta de ello,
es más a veces lo eluden porque “las cargas” que imprime la investigación o lo
que se cree que es ella son muy aburridas; puede que el estudiante quiera
escribir y lo haga bien pero no lo dejan, puede que el estudiante quiera leer
pero le imponen las lecturas, puede que el estudiante quiera crear pero las
notas le implican obediencia y rendimiento.
Por
lo tanto un semillero debe alejarse de la formalidad de la academia y debe ser
un escenario distinto de estudio, un tiempo y un espacio en dónde el estudiante
se mire a sí mismo, explore su conciencia, detecte sus debilidades y exponga sus
fortalezas, un buen lugar para dialogar con otros sobre la existencia y la vida,
sobre el mundo y la gente que lo rodea.
Resalto
por lo menos tres momentos de la conformación de un semillero, el momento de
abonar la tierra, que significaría el esfuerzo de los docentes por explorar la
vocación y estimularla; una segunda instancia, la de sembrar, que considero la
parte más importante, pues implica que la propuesta sea seductora, persuasiva,
enteramente emocionante y una tercera donde estudiante y docente cosechen, bien
escritos, diseños gráficos, puestas en escena, diarios de campo creativos donde
todos vean el producto de la iniciativa.
La
primera etapa que es de abono y exploración la detallo de la siguiente manera:
En
el trabajo del docente orientador debe haber también espíritu para que lo
contagie, para que lo comparta, para que conforme un sueño conjunto y al
encontrar las personas que van a seguir el proceso poder determinar la segunda
etapa, la de la siembra, definitivamente la parte más importante. Es clave el
docente orientador del semillero, no puede ser autoritario, no puede estar
pensando en imponer esquemas sino en liberar ideas.
La
segunda parte la podemos ver así:
En
la primera instancia fundar, proponer, propiciar el espíritu crítico,
cuestionemos el mundo, la vida, la sociedad, exploremos el inconforme y el
desacomodado, se trata de hacer una serie de dinámicas que permitan el
cuestionamiento de la academia, del
estudio, de la carrera, de la ciudad, del país. Allí lo que estamos propiciando
es un marco de pensamiento que indaga entre lo que hay y lo que es y lo que
puede ser y lo que hay que hacer para que sea. Aquí el juego, el dramatizado,
el cine foro son claves en la didáctica.
La
segunda parte es el trabajo del pensamiento divergente: ¿cómo lograr que el
pensamiento lateral sea una representación permanente del modelo para abordar
el mundo? Se trata de plantear juegos de lógica formal e informal, de esquemas
de escritura, diseño, lectura creativa. Esquemas distintos para estudiar la
realidad, posibilidades alternativas de solucionar problemas y de generar otras
vías de escape. Se contemplan aquí los ejercicios que expone Edward de Bono
frente al desarrollo del pensamiento divergente que implican la lúdica, el buen
humor, la picardía y la innovación.
Una
tercera parte de este proceso se desarrollaría a partir de lo que denomino el
acto insurgente, liberador y estético que es la puesta en escena de la
producción en primera instancia de combinar pensamiento crítico y pensamiento
lateral; aquí es donde aparece la publicación, la obra de teatro, el acto
simbólico ante la comunidad en donde los estudiantes y docentes muestran el
primer resultado de una experiencia reflexiva.
Los
semilleros no pueden convertirse en pesados espacios de teoría, no pueden ser
parte de una clase, no pueden ser tarea y enciclopedia, deben ser espacios y
momentos de exploración, de vivencia, de compartir pues si algo debe fundar un
semillero es el trabajo en equipo.
El
semillero implica pequeños proyectos de grupo, salidas de campo (campamentos,
viajes, caminatas…), visitas a museos, entrevistas con personajes de renombre,
lectura conjunta de biografías, construcciones en red (blogs, grupos, internet
total, web 2.0….), espacios literarios, artísticos y por supuesto de admiración
a la ciencia.
Esta
es mi postura frente a los semilleros de investigación.
Manuel
Camilo Morales Rojas.
Licenciado.
www.pedagoloko.blogspot.com
[1]
Zuleta, Estanislao. Educación y democracia. Hombre nuevo editores, Fundación
E.Z. Medellín, 2001.
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