EL PROFESOR SISMO-RESISTENTE


Sigue empeñado en que los contenidos de las áreas es lo primero y desconoce los procesos intelectuales, emocionales y procedimentales del ser humano.

Nunca hace un estudio epistemológico.

Sigue hablando de conducta y disciplina y desconoce  los conceptos de comportamiento y actitud.

No planea, repite programas, para eso tiene buenos textos de editoriales prestigiosas.

Considera la clase como un aula rígida, fría, silenciosa y obediente, jamás cambia las rutinas, selecciona a “los chicos malos y los chicos buenos”, núnca invita a participar a los padres de familia, no dialoga  interdisciplinariamente con otros saberes, no integra, no transversaliza.

Cree que el salón es el único lugar de aprendizaje.

No rompe los tensos horarios.

Regaña de día, regaña de noche, regaña al medio día.

Sus evaluaciones son represivas, memorísticas, conductistas sin ningún atractivo, reduce sus resultados a grises números que no dicen dónde se avanzo o dónde se quedaron, jamás retroalimenta.

Siempre está serio, no ríe, no canta, no juega, no baila, no sabe poemas, no sabe de cuentos, no lee ni escribe…

Se siente amenazado cuando se le pide que mejore.


NO TEJE: SIEMPRE  DICTA CLASE


¿Cómo movilizar a un maestro? ¿Cómo propiciarle evolución en su pensamiento? ¿Cómo acercarlo a los niños y a los jóvenes? ¿Cómo convencerlo de que es un profesional intelectual, ético, político  y crítico de la realidad, un orientador humanista, un gestor cultural y comunitario? ¿Cómo hacerlo un profesional flexible?

¿Cómo?

Manuel Camilo Morales R.

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