¿SIN DIDÁCTICA?
¿EXISTIRÁ AULA SIN DIDÁCTICA?
“No hay que empezar siempre por la noción primera de las
cosas que se estudian, sino por aquello que puede facilitar el aprendizaje”
Aristóteles
Al
pensar detenidamente vamos encontrando que por plana, magistral, tradicional,
convencional que sea una clase implica una didáctica por parte del que enseña,
lo didáctico, la expresión de la enseñanza parte desde un discurso hasta una
acción, va desde el experimento hasta la adecuada audición, implica un
escenario, requiere un mínimo ambiente, ese es, el aula como campo de
interrelación entre el que aprende y el que enseña.
La
didáctica es el ajedrez del pedagogo, con ella se juega la estrategia para que
el otro aprenda, con ella se mueve el mecanismo inteligente para que el que
aprende sienta, piense, haga,
reflexione; con la didáctica ponemos en evidencia el saber práctico del
maestro, un saber que va más allá del conocimiento disciplinar, se evidencia
gracias a la didáctica el saber enseñar.
Juan
Amos Comenio escribe hace muchos siglos un texto hermoso, amplio y profundo que
denomina la “Didáctica Magna”, en él
sienta las bases para que el trabajo de la enseñanza sea responsable a un plan,
corresponda a un currículo, se adecúe a la edad del que aprende, obtenga
recursos y mediaciones, propiciar aprendizaje es el objetivo pero tal no se da
sino opera una efectiva intención y un adecuado programa para que la enseñanza
se manifieste. El mismo Comenio crea un gran texto que aparece como el primer
libro ilustrado para niños se llama el “Orbis
Pictum” donde latín con ilustraciones. Su pregunta fundamental es cómo
enseñar la ciencia, cómo lograr que los niños alcancen conocimientos, expresa
con claridad que los métodos del dolor comunes en su tiempo no eran efectivos,
para ello, para superar la violencia en la enseñanza propone la didáctica.
La
pertinencia de la didáctica en el aula implica
descifrar el cómo enseñar y el cómo aprender, implica determinar el tipo
de conocimiento que se va a edificar en termino de Comenio, si es un saber
práctico, si es un saber intelectual o si es la apropiación de un valor o una
actitud.
Durante
muchos años se habló del proceso enseñanza aprendizaje, concepto que se ha ido
desdibujando en la medida que las tendencia pedagógicas se han ampliado, podemos
decir entonces que no hay un solo proceso de enseñanza-aprendizaje sino que
hay proceso autónomos de enseñanza y
procesos autónomos de aprendizaje que tienen como punto de encuentro la
didáctica en razón a que ésta procura establecer estrategias, métodos,
espacios, tiempos y recursos para disponer la enseñanza y para propiciar
aprendizaje en el que aprende.
La
didáctica exige evidenciar la intención de la enseñanza, resolver y definir el
¿Para qué? Si vamos a hacer ciencia cómo lo vamos a hacer, si vamos a hacer
arte cómo lo vamos a hacer, si vamos a aprender un valor que experiencias debemos tener, por ello las aulas son disimiles y variadas,
desde la aula virtuales de plataformas tipo moodle, hasta las salidas urgentes
y necesarias al museo o al zoológico, por ello la didáctica es mucho más que
simples técnicas, es mucho más que módulos, va mucho más allá del texto
escolar, es una disposición ambiental y de criterio que reta al intelecto, que
estimula el aprender, que vuelve significativo
lo aprendido, que invita a no terminar de conocer para ser.
Lo
cuestionante es que nuestras escuelas son anti didácticas, salones uniformes,
sin luz, con sillas incomodas, sin materiales atractivos, sin recursos audiovisuales, donde se formaliza y
se homogeniza el comportamiento, justamente contra lo que va la didáctica, pues
en todo caso la estrategia didáctica es
movimiento, es acción sobre el objeto
que se pretende aprehender. Y por mucho tiempo nuestros docentes se quedaron
encerrados en acciones desestimulantes que preferían a un niño o un joven
pasivo y sin opinión que simplemente obedeciera y asumiera el saber como algo
que está ahí anquilosado en una biblioteca.
La
didáctica permite construir, la didáctica es actividad intelectual, implica
leer y escribir, moverse, jugar, perder y ganar, correr riesgos y divertirse.
Con acciones didácticas aprender y enseñar se vuelve una experiencia
enriquecedora.
La
didáctica, el didacta, tiene por lo menos unos cinco retos dentro del aula, el
primero es el de seducir al estudiante para que aprenda, permitir observar,
aprender a observar, detenerse a observar el mundo y sus fenómenos; el segundo
elemento es permitir la pregunta y la curiosidad para cazar el asombro; el
tercero, aprender a planear el aprender, a organizar información, a utilizar
herramientas, a dirigirse a las fuentes, a indagar con otros lo que se pretende aprender; el
cuarto debe propiciar la organización de lo que se ha recolectado como
información, la toma de apuntes, la consulta y la confrontación de opiniones,
las hipótesis sobre el mundo y sus fenómenos; el siguiente paso es aprender a
reflexionar sobre lo que aprendemos, sobre su pertinencia y utilidad, y
definitivamente el punto clave de la didáctica es la experiencia, la didáctica
debe ser el laboratorio permanente, el taller de experimentos, el sitio de
búsqueda. Todo esto para que el joven, el estudiante muestre desarrollo
intelectual, que piensa, que razona, que evidencia crecimiento en su visión del
mundo, con esto, con este proceso puede atreverse a explicarnos el mundo, a dar
cuenta de, a mostrarnos otros caminos, a que piense por sí mismo.
La
didáctica es un sistema, es una red de propuestas, es una telaraña que
decide por muchas sendas que el otro
aprenda, observemos la siguiente imagen y pensemos en todo lo que implica hacer
didáctica:
Los
objetivos de la didáctica, en términos educacionales, convergen para
posibilitar una realización más eficiente del concepto de educación y de sus
objetivos generales o particulares, mediatos o inmediatos, los que pueden
expresarse así:
Llevar
a cabo los propósitos de lo que se conceptúe como educación. La intención.
Hacer
la enseñanza y, por consiguiente, el aprendizaje, más eficaces. La estrategia.
Aplicar
los nuevos conocimientos provenientes de la biología, la psicología, la
sociología, la antropología y la filosofía que puedan hacer la enseñanza más
consecuente y coherente. Aprender a aprender.
Orientar
la enseñanza de acuerdo a las posibilidades y a las necesidades del alumno.
Pedagogía en acción.
Inspirar
las actividades escolares en la realidad y ayudar al estudiante a percibir el
fenómeno del aprendizaje como un todo y no como algo artificialmente dividido
en fragmentos. Lo que podríamos comprender como la competencia.
Orientar
la planeación de las actividades de aprendizaje de manera que haya progreso,
continuidad y unidad, para que los objetivos de la educación sean
suficientemente logrados.
Llevar
a cabo un apropiado acompañamiento y un control consciente del aprendizaje, con
el fin de que pueda haber oportunas rectificaciones o recuperaciones del
aprendizaje. Aprender a evaluar, a autoevaluar y a co-evaluar.
No
puede haber aula sin didáctica, no puede haber acto pedagógico si un docente
didacta que permita y propicie el conocimiento, que ayude a crecer al otro, que
proponga inteligencia y crecimiento.
Makamoro
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