PEDAGOGÍA HEDÓNICA
PEDAGOGÍA
HEDÓNICA
O LA
BÚSQUEDA DEL PLACER POR APRENDER Y ENSEÑAR
EN
TIEMPOS DE ESCUELAS SOMNOLIENTAS
Si
algo han aprendido en este transcurso de días enjaulados es porque ustedes
quisieron, es porque ustedes tomaron la decisión, es porque centraron su interés
en lo que aprendieron. Si no tomaron esa decisión poco o nada aprendieron, se
van igual.
Aprendieron,
los que aprendieron, por tres razones: porque se les dio la gana, aprendieron
porque empatizaron con el discurso y algo de él les hizo coincidir existencialmente
con algo, y aprendieron porque les gustó el cuento.
Partamos
de un ejercicio de nemotecnia simple, recuerden
cómo han aprendido lo que hoy saben de verdad y lo que les gusta pensar,
hacer o sentir; tal vez y para no perder la fe en esta propuesta muchos de esos
aprendizajes fueron mediados por el cariño, la empatía y el gusto, en pocas
palabras lo que ustedes saben lo saben por placer.
Claro
habrá otras facetas que las saben porque se burlaron de ustedes o porque les
dieron un coscorrón o porque tocaba para hacer algo funcionalmente útil, pero
eso dejémoslo como experiencias instaladas en la memoria, no en la piel, lo que
se aprende se aprende dérmicamente, con
los sentidos integrados.
Es
muy aburrida la escuela de hoy, no permite que los niños sean niños, no le
gusta la juventud de los jóvenes, los profesores parecen policías controlando y
vigilando, no se ríen, no juegan, pocas veces cantan, bailan cuando se
embriagan, les da miedo al ridículo plantear algo con humor inteligente. Eso sí
les encanta evaluar, sancionar, sentir que ellos son los que saben, tan
aburridos que son.
Los
jóvenes, algunos pocos por fortuna, se han acomodado a ese ambiente y ya se ven
caricaturas de nerds pidiendo orden, pidiendo silencio, pidiendo el respeto a
las instituciones, a la bandera, a los iconos
de la moral, nada más triste que un
joven amansado.
Si
la escuela se atreve y abre las puertas por momentos a la luz de la vida que
vibra encontrará que existe el placer, esa sensación de bien ser y bien estar,
esa placidez de la alegría, del buen genio, de la respuesta inteligente, de la
actitud lúdica, de la picardía y la emoción grata.
Las
ganancias son inmensas, curiosidad y asombro por ejemplo, no hay emoción más
feliz que descubrir, no hay alegría más
intensa que encontrar lo que se busca, no hay felicidad mayor que lograr
metas con los amigos.
El
cerebro se excita cuando encuentra estímulos seductores, la mejor manera de
ponerlo a funcionar es con una experiencia que guste, que sea amable, que le proponga
avanzar sobre algo o con algo, el placer será el detonante, el placer será el
mayor mediador de un aprendizaje significativo, no olvidamos lo que nos gusta,
lo que nos emociona, es más sirve para establecer y consolidar nuestro proyecto
de vida, el aprendizaje requiere de química. Pero si la escuela es oscurantista
y mediocre, si el docente es polizón y gruñón, la experiencia con el saber será
amarga. Se recordará lo aprendido pero no pasará por la sonrisa, se fruncirá el rostro y se
dirá que bueno que con dolor se aprende pero no de la misma manera.
Una
pedagogía hedonista, basada en el principio del placer debe tener tres pilares
claves para el enseñar y para el aprender, tres para cada uno, miremos pues los
tres principios hedonistas del que enseña:
1.
El docente, el pedagogo que no siente placer por
lo que sabe no debe enseñar, su saber es la realización de su vida, no termina,
es intensa, es el motor de existencia,
lo hace un intelectual, lo hace un ser pensante, un ser político, un ser con
criterio y carácter para atreverse a seguir buscando, escudriñando, aprendiendo
su verdad.
2. El
docente que no aprecia y valora a sus aprendices tiene un problema muy serio a
nivel pedagógico, pues ese adulto, ese profesional de la educación requiere
empatía, el don de la identidad con el otro, no el de la brecha, no el del
muro, sí el de la aproximación, evidentemente el de la construcción de puentes
para cautivar a ese aprendiz, para atraparlo en el saber, para liberarlo en la
expresión, para valorarlo en su singularidad. Muchas veces este puente de
aproximación es invisible, no es intencionado, es simplemente la imagen y
representación de una ser docente que sea ejemplo, que enseñe con la presencia,
que sea testimonio permanente.
3. El
docente que entiende y se compromete con los contextos y los ambiente, el
didacta, él sabe qué hacer en un aula, el que sabe cómo emplear el cine, la
música, la fotografía, la culinaria, el laboratorio de química, experiencia
digital. Es ese mago que saca de la manga un nuevo naipe, del sombrero un
conejo, de la varita mágica una clave emocional, una clave de diseño, una
herramienta para atraer y no para alejar. El didacta será siempre un ser feliz.
Los
pilares del hedonista que aprende se expresan de la siguiente forma:
1.
El que conserva, cuida y mantiene el niño
interior, lleno de asombro y curiosidad, el que se permite la pregunta, el que
se permite la duda, el que mete la mano donde dicen que no se puede. Ese que
mantiene el niño interior, seguirá descubriendo, terminará encantado, le
gustará siempre aprender más.
2. El que
madura paulatinamente en la emoción y aprende a ser social, una condición
importante para aprender desde el placer es la de empatizar con los otros,
hacer equipos, redes, grupos de interés. Se necesita que ese ser social
comparta, aprenda, construya en conjunto y sepa ganar-ganar. En la pedagogía
hedonista no espacio para competencia, ni para el mejor, ni pare el más “pilo”,
hay campo para aquel que es capaz de ser él y de aportarle a los otros, mayor
dicha no hay.
3.
Aprender es la alegría, aprender es el placer, si
el estudiante se hace consciente de ello, si descubre que aprender brinda una
satisfacción existencial, corporal, intelectual, hasta espiritual terminará
apostándole permanentemente al aprendizaje., al interés por el conocimiento, se
trata de que se construya una actitud, una
emoción, una pasión, finalmente cuando se observa a los grandes humanos se encuentra también que son seres
intensamente apasionados.
Cambiar
el concepto pedagógico, no más castigos, no más “la letra con sangre entra”, no
más pobres profesores histéricos y neuróticos
(enfermos a las postre), no más niños con déficit de atención, no más ritalina
para calmar la emoción, queremos niños activos, vivaces; también jóvenes
creadores, jóvenes enamorados del mundo y de la vida; necesitamos una escuela
que proteja la vida, el placer, la emoción que proponga pasiones, que proponga
singularidades, que permita la realización del ser y no su sometimiento ni su
amansamiento.
Una
pedagogía hedonista, sí, dedicada al placer de estar en el mundo, en la vida
con las personas, con la naturaleza; una búsqueda del aprender y del enseñar
para destruir totalmente las escuelas somnolientas, aburridoras, sancionatorias
de la expresión.
Que
para formar el criterio se requiere disciplina y normalización no sabemos,
quizá para algunas personas eso funciona pero para la mayoría los que siguen
aún con sus asombros intactos una escuela que funde el agrado por el placer
será la clave para revolucionar un mundo de violentos y amargado humanos que le
hacen daño a los otros.
Los
invito a vivir el placer de aprender, el placer de jugar, el placer de ser
científico, artista o tecnólogo, el grato placer de ser campesino o astrónomo,
bailarín o payaso, médico o mecánico; el placer de hacer y construir humanidad
con los otros.
Esa
es mi propuesta, esa es mi intención. Ha sido un placer enseñarles.
Manuel Camilo Morales Rojas
Licenciado
en educación básica.
Especialista
en orientación educativa y desarrollo humano.
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