Tiao Rocha

Frente a una región históricamente exportadora de manos de obra para el servicio esclavo, representado en la modernidad por el trabajo en el corte de caña de azúcar, Tião Rocha há pensado: “No podemos y no queremos perder ningún niño para el corte de caña”, pero ¿Cómo ayudarles? Su respuesta: “Ofreciendo oportunidades.” Hace 23 años Tião dio principio a creación de una escuela bajo un árbol de mango. La pregunta en aquel entonces era: ¿Será que es posible hacer una educación sin escuela? Uno de los mayores problemas de la escuela es que ella está desvinculada de la realidad social, en vez de constituir una extensión de la vida de los alumnos, ella desconsidera los saberes que ellos tienen así como las experiencias que traen. En este sentido la escuela se há convertido en un espacio de aislamiento. El objetivo de integrar a los niños a la escuela es, cada vez más, alejalos de la calle, ¿pero cómo formar ciudadanos si nuestra educación nos aleja de la ciudad? En el Vale do Jequitinhonha, una de las regiones más pobres de Brasil, encontramos un modelo de educación que responde a esta pregunta. Y todo ha empezado con la llegada de Tião Rocha. Conmovido con la información de que despues de ocho años más de 95% de los alumnos aún presentavan un desarollo escolar considerado insuficiente, el antropólogo y educador popular tuvo la idea de crear una Unidad de Tratamiento Intensivo – UTI – un espacio educativo que sirve para despertar las ganas de aprender. De acuerdo con Tião, el intuito es preservar la vida y la ética, todo es valido para salvar al niño de la muerte cívica y ciudadana. Los niños necesitan menos de escuela y más de educación. De ahí padres y alumnos aprendieron a compartir y convertir sus própias experiencias en enseñanza. Las madres cuidadoras son un ejemplo. Madres de la comunidad aportan com sus conocimientos populares para la educación de los niños. Una de las madres ha enseñado una receta, la de bizcocho escrito. A través de la masa del bizcocho los alumnos escriben las letras y sus nombres, de modo que aprenden mientras se divierten. El hecho de aprender hay que ser una obra en que alumnos y profesores sean involucrados y se vean reflejados. De igual manera permitir que los alumnos participen de la creación del material didáctico, por ejemplo, haz con que los trabajos escolares sean mucho más interesantes. Aprender a leer y a escribir, es decir, conocer la lengua materna es un punto muy importante al aprendizaje. Para estimular el hábito de la lectura concibieron una biblioteca móvil, que a cada dos o tres meses cambia de casa, si la casa a lo largo de estos meses, se convierte en uma biblioteca popular, y es siempre una fiesta rodeada por danza, canciones, poesia y lecturas. Es preciso reconocer que las cosas más importantes que aprendemos en la vida no fueron enseñadas en la escuela, así que valorar, estimular los saberes informales y la cultura popular, justo como ocurre en el Vale do Jequitinhonha, es una manera de tornar la educación en un patrimonio de la comunidad. La herencia musical fue involucrada a la educación y concedió muchos frutos. Milton Nascimento, un cantante muy reconocido e importante para la música brasileña, escribió una canción y la ha grabado junto a los niños, que fueron, incluso, a Paris para algunas presentaciones. Con la plata que captaron fue construida una sala de cine en la escuela. De dos mil niños que pasaron por el proyecto ningún fue al corte de caña. Al contrario, seis de ellos forman parte de la Universidad de Música Popular de Barbacena, una ciudad de la província de Minas Gerias, y otros cuatro estan en el Bolshoi Ballet.
Con todo eso es posible creer en una educación en que, como sostiene el Centro Popular de Cultura y Desarollo, fundado por Tião Rocha, la tinta y la madera, la historia y el sueño, la palabra y al tierra, el alimento y el juego, el canto y el trabajo constituyen un pretexto para ejercitarse en el aprendizado diario de crecer como un ser humano, no perfecto, pero completo.

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