DESAPRENDER

DE CÓMO ENSEÑAR A DESAPRENDER
A UN ESTUDIANTE DE PRIMER SEMESTRE DE EDUCACIÓN SUPERIOR


“”Lo que se convierte en instrumento nuestro, lo que nos ayuda a pensar y ver el mundo y a nosotros mismos de manera diferente, nunca se olvida, como no se olvida el idioma en que hablamos. Olvidamos lo que no podemos integrar a nuestro ser… Sólo se recuerda aquello que hemos aprendido a pensar por nosotros mismos en su significado”.
Estanislao Zuleta.


Misión dura y complicada recibir a los estudiantes que acceden a la educación superior es complicado pues ellos vienen con todo un proceso de secundaria, un bachillerato que desestimula el aprendizaje y convierte el conocimiento en un aburrimiento absoluto. Aún no sabemos si el culpable de esto es el Estado que quiere mantener así la educación o si son los docentes que carecen de formación pedagógica y didáctica, tal vez las dos.

Comencemos, con la gran mayoría de jóvenes hay que potenciar el ego, constantemente están diciendo: no puedo, eso es difícil, yo no soy bueno para aquello…, entonces hay que hacer un ejercicio de reconstrucción de la potencia, decirles una y otra vez que sí son aptos.

Hay otros a los que se debe enseñarles que aprender no tiene nada que ver con las notas ni los porcentajes de rendimiento, que estudiar no es un rito de nemotecnia, ni de estadística, decirles que leer es agradable, que escribir es posible, que no deben dar respuestas sino generar preguntas. (Hay una confusión muy seria entre rendimiento escolar y aprendizaje).

Los estudiantes que entran nuevos a la universidad llegan con miedo, llegan expectantes, muchos de ellos no saben a qué llegan en realidad y si el docente que los recibe les aplica un conductismo a ultranza ese estudiante se pierde, abandona, se frustra, no encuentra un lugar allí, sólo hostilidad.

Muchos de los estudiantes que se disponen a un primer ciclo universitario se encuentran con otros estímulos más poderosos que el interés por el conocimiento, llegan al encuentro con otros, se integran a la vida social, afectiva, sexual, espiritual, política…, vienen a consolidar o a descubrir la existencia y en el espacio universitario se convierten en sujetos inmensos de desarrollo humano integral, no unidimensional. Vienen a ejercer su ser y a observarlo crecer.

Por lo tanto quienes educan y disponen programas deben abrir ventanas a lo cultural, a lo festivo, a lo que implique reflexión, al pensamiento crítico. Nada mejor que un campus universitario para estudiar y conocer otros mundos posibles, otras realidades, otros entornos, conciencia universal.

Para que los estudiantes desaprendan el hastío que crea la educación secundaria debemos propiciar algunos elementos como:

- La enseñanza para el trabajo en grupo, colaborativo, cooperativo. La secundaria vuelve egoístas e insolidarios a los jóvenes por lo tanto el gran reto está en enseñar a hacer equipos, a generar sinergias, a asumir responsabilidades con los otros y por los otros.

- La oportunidad de que el estudiante se explore a sí mismo y descubra fortalezas y debilidades, miedos y seguridades.
Es decir, en ese primer semestre deben ejercer los docentes orientadores, más que los instructores, aquellos que propicien y permitan la introspección del joven, que conduzcan al “conócete a ti mismo”.

- Un nuevo acceso a experiencias de lectura significativa, dinámica, excitante.
Los nuevos estudiantes traen una baja y distante relación con el mundo de los textos por ello hay que aproximarlos a los mejores, a los que impulsan, a los que excitan, a esos textos que propician goce (hay que enseñarlos a gozar, hay que leerles, hay que darles lecturas, no imponérselas para evaluarlas) y con ellos y de manera especial el acceso al mundo del buen cine, de lo audio visual, de lo tecnológico. Ellos leen pero no como nosotros lo hacíamos hace 20 años, el mundo ha cambiado.

- Experiencias de escritura que vayan más allá del papel y el lápiz. Escritura con fotografía, con pintura, con modelado…, con todo aquello que permita la expresión, por eso ese primer semestre debe estar invadido de arte, de danza, teatro, música, en donde el joven exprese, esa es la intención de la escritura.
Y escribir, claro, pero no el ensayo técnico y sesudo (esto es posterior, es producto de la construcción intelectual), sino la poesía profunda, el cuento creativo, la noticia y la crónica de los días, el guión de los títeres, la canción para dedicar.

La academia no puede hacerse excluyente, no es “lo mejor para los mejores”, es lo mejor para todos, debe hacerse incluyente, debe generar pertenencia con ella misma, debe armar lazos de amor profundo con el conocimiento.

No ahuyentemos a los jóvenes, seduzcámoslos en la universidad, que lleguen y pasen por ella y que la disfruten, que no entren con los miedos sembrados por la secundaria aburrida, permitamos que ellos aprendan un nuevo mundo fantástico y asombroso en las entrañas de la academia, ese mundo encantador de la ciencia, el arte y la técnica ¿existirá algo más asombroso?




Manuel Camilo Morales Rojas.
Licenciado en educación.
Especialista en orientación educativa y desarrollo humano.





Comentarios

  1. interesante articulo profe espero no se moleste tome este articulo para ponerlo en mi blog que hace parte del proyecto de informatica educativa gracias visita mi blog tambien califican de acuerdo al numero de visitantes y seguidores

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