Pedagogía existencial


PEDAGOGÍA POYÉTICA Y PRÁXICA


“Yo creo que la primera e indispensable condición ética es la de estar decidido a no vivir de cualquier modo: estar convencido de que no todo da igual aunque antes o después vayamos a morirnos”.
Fernando Savater


Cada día crece más la inquietud de varias personas en torno a resolver el concepto PEDAGOGÍA, los autores la precisan, las prácticas la buscan, los escépticos la rechazan y algunos maestros no la asumen. Será porque implica establecer algunas redes filosóficas, será porque exige pensar el mundo en complejidad, será porque hay nuevas preguntas acerca de cómo transformar el mundo. El concepto tiene muchos rumbos.

Para desarrollar tal idea, la de cambiar el mundo, hay que tener cierta capacidad soñadora, de alguna manera hay que escribir en la arena y caminar sobre el agua para creer que se puede cambiar lo establecido en la costumbre pero igualmente se debe tener cierta capacidad de desarrollada de realización y proyección.

Hacer pedagogía tiene que ver bastante con hacer poesía, se debe imaginar un mundo y hacerlo utopía, se debe creer en la gente y en la vida, incluso si la poesía es de alcantarilla, se debe imaginar la posibilidad de estropear la normalidad y sabotear el cotidiano.

El pedagogo es desde luego un arquitecto de sueños, de posibilidades, de ideas, implementa su capacidad creadora en el intento de formar un mejor ser humano o por lo menos uno diferente, que asuma el milagro de la existencia como un acto realmente mágico y sorprendente a pesar de las múltiples mentes criminales, a pesar de la bajeza de las sociedades consumistas y alienadas, a pesar del poder corrompido y guerrero. Es como el poeta, que a pesar del desamor y la violencia sigue escribiendo buscándole el sentido a esa sinrazón.

Tal vez y quizá por esa necesidad en la ausencia poética en la pedagogía, es que tanto maestro fracasa en su intento y se queda absolutamente aburrido (y aburriendo) dictando clase y sacando notas, copiando planes y sufriendo en la creación pues se ha hecho experto en la repetición. Pedagogo y poeta son necesariamente creadores.

Pero la pedagogía actúa sobre la práctica, se vuelve rutina, se hace clase, se refugia en salones, la pedagogía se hace un hecho cuando el discurso de las disciplinas (matemáticas, lenguaje, sociales, filosofía, religión…) requiere ser deconstruido o reconstruido; bien en la técnica, la ciencia o el arte, la pedagogía requiere las “realidades” de los pensamientos, necesita la producción cultural de la sociedad y efectivos vehículos didácticos que la conviertan en práctica reflexiva, crítica, innovadora, encantadora, la pedagogía en esas instancia se convierte en praxis, debe llegar al otro, debe respetar al otro, debe propiciar crecimiento en el otro. Se vuelve un útil para construir conocimiento.

Poyesis y praxis, creación y construcción, imaginación y elaboración sobre el conocimiento, hacer y pensar, transformar y cuestionar, diseñar y trabajar sobre el mundo, sobre los seres, sobre las personas que alimentan el propio camino de evolución, de re-evolución.

Si hay exceso de praxis, se vuelve función, se queda en análisis, se instrumentaliza el ideal perdiéndose la escencia, si hay exceso de poyesis la frustración y el desespero se encargan de llevar al traste la sana intención, no hay sobre qué construir, no queda espacio para avanzar en un proyecto.

De ahí que sea tan complejo formar docentes, de ahí que la indagación comienza por sí mismo, parte de una revisión de vida, de una y múltiples revoluciones internas que te lleven a pequeñas, seguidas y renovadoras muertes del ego y del narciso.
Nos podemos quedar en cualquiera de las dos orillas pero la idea es navegar en medio de ellas y hacerlas camino al crecimiento.
Se necesita urgente una pedagogía existencial.
Manuel Camilo Morales Rojas.

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