Vísperas del día del Maestro


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Fecha de publicación: Martes, 28 de Abril de 2009
Medio que publica: El Tiempo
Sección: Columnas opinión
Genero periodístico: Opinión
Autoría: Columnista
De la capacidad a la oportunidad.

Por: Francisco Cajiao

La ciencia, el arte, la política, el desarrollo tecnológico y la convivencia dependen de la capacidad y de la oportunidad de aprender que cada uno tenga en su vida.
La capacidad está en cada persona y proviene de las características biológicas individuales. Algunos tienen capacidades marcadas para la expresión verbal, otros para las matemáticas, otros para asuntos prácticos... pero también hay talentos emocionales, científicos, musicales. Desde el punto de vista de las capacidades, cada individuo tiene características propias. Pero, a pesar de estas diferencias, la mayor parte de las personas pueden acceder a aprendizajes básicos de carácter universal que les permiten comunicarse con otros y construir "comunidad humana", compartiendo conocimientos, información, lenguajes y comportamientos con quienes conviven y con quienes pertenecen a culturas distantes en el tiempo y en el espacio. Esta posibilidad de aprender las mismas cosas no significa que todos lo hagan de la misma manera.
Por eso, la pedagogía no se ocupa solo de aquello que todos pueden aprender y es necesario que aprendan para ser parte activa de la sociedad, sino que tiene que ocuparse de la manera en que cada uno lo hace. Si un sistema pedagógico enseña de tal modo que solo unos cuantos logran los aprendizajes básicos, estará marginando a los otros de la posibilidad de progreso individual y de la oportunidad de participar en la vida de la sociedad.
De esta necesidad de atender las características individuales de los estudiantes proviene la búsqueda de quienes se han ocupado en buscar métodos y estrategias que permitan a cada estudiante, en los diversos grupos de edad, avanzar en su camino al conocimiento, el desarrollo de sus habilidades y talentos y la construcción de proyectos de vida ambiciosos.
La oportunidad de aprender, en cambio, depende de las condiciones sociales y culturales en las cuales se vive. Cuando se nace en medios muy pobres, donde hay pocos recursos, circula poca información y el mayor esfuerzo de los adultos se centra en la supervivencia, hay una desventaja frente a los que nacen en medios donde hay estímulos abundantes, fuentes de información y valoración de la cultura. Esto no significa que los niños de sectores pobres y marginales aprendan menos que los niños que cuentan con medios económicos abundantes. Pero aprenden cosas diferentes: mientras unos adquieren grandes habilidades para sobrevivir en medios hostiles, los otros tienen la oportunidad de acceder a aprendizajes que les abren el camino a la cultura, la ciencia o la política. También influyen los entornos geográficos, pues los niños que viven en el campo tienen la oportunidad de aprender cosas a las que usualmente no acceden los niños de las ciudades. En estas oportunidades de aprendizaje influyen mucho la familia, la cultura local, el nivel de desarrollo del país en que se vive y la disponibilidad de bienes culturales como bibliotecas, teatros y medios de comunicación.
Y, desde luego, es fundamental la oportunidad que la sociedad debe ofrecer a todos los niños y niñas de tener acceso a una educación de buena calidad en el ámbito escolar. Por esto, la educación es un derecho fundamental y garantizar la educación básica es responsabilidad del Estado, la familia y el conjunto de la sociedad, como lo establece la Constitución Nacional.
La responsabilidad final en el aprendizaje de los niños es de los profesionales de la educación, pues son ellos y ellas quienes están en contacto cotidiano con los estudiantes y tienen la oportunidad de estimular sus mejores cualidades, así como idear los mejores caminos para abrirles la posibilidad de progreso y superación de sus dificultades. Esta es la importancia que la sociedad debe dar a sus maestros, pues de ellos depende el progreso humano de un pueblo. Ninguna ley, norma o tecnología podrá substituir a un buen maestro. Por eso, no se puede usurpar el saber pedagógico, ni eludir la responsabilidad profesional.

De la capacidad a la oportunidad. Por: Francisco Cajiao, calidad en la educación de Colombia

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